Asociación para el Diálogo 

La proyección internacional y económica de China

El día 6 de marzo se estudió y debatió el problema de la Proyección internacional y económica de China. El ponente fue RAFAEL SALGUEIRO LÓPEZ, profesor de la facultad de Económicas de la Universidad de Sevilla.

Su exposición resumida fue la siguiente:

En la feria del automóvil de Detroit, en enero, se habrá exhibido un vehículo del fabricante público chino GAC Group cuya marca tiene un nombre simpático en estos tiempos -Trumpchi-, pero lo importante es que señala el intento de penetrar en dos mercados –Europa y EEUU- hasta ahora inalcanzables para el país que desde 2008 es, con mucha diferencia, el principal fabricante de automóviles del mundo: produjo 24,5 millones de unidades en 2015, casi un 15% más que EEUU y Japón conjuntamente. Hasta ahora las deficiencias de calidad y seguridad, así como los niveles de emisiones, han sido una barrera insuperable para sus exportaciones, además de algunos parecidos sorprendentes con modelos foráneos. El camino que vienen siguiendo éste y otros fabricantes: la mejora técnica y el avance hacia modelos con mayor valor añadido, no es exclusivo de este sector. Es más que evidente en el sector de equipos para generación de energía o en la electrónica, entre otros, donde se está superando la tradicional orientación hacia la fabricación para terceros.

La superación del papel de mero fabricante barato era sólo cuestión de voluntad, de medios y de tiempo. La orientación del Partido Comunista de China es meridianamente clara a este respecto desde hace ya años. Ha asumido que una de sus fuentes de legitimación es el progreso material de las personas, no la habitual promesa de un mundo más feliz y entretanto igualdad por decreto. Y ese progreso material tiene el objetivo señalado de alcanzar una renta per cápita similar al promedio mundial (actualmente 75%) y luego superarla. No están desatentos a que un mero cociente no refleja bien la situación de las personas y oculta desigualdades de ingreso que allí crecieron intensamente entre 1980 y 2008, aunque se están reduciendo visiblemente ya que, al margen de los “ricos, ricos”, la gran diferencia se creó entre los ingresos rurales y los urbanos. La receta occidental contra la desigualdad suele ser impuestos y más gasto público, pero la dirigencia china se orienta hacia la elevación de los ingresos a través de los salarios. Son conscientes de la pérdida de competitividad respecto a países de menor coste laboral, de ahí la firme vocación de progresar hacia producciones de mayor valor añadido capaces de soportar salarios más elevados. Esto no es, como digo, una sorpresa y está meridianamente claro en el XIII Plan Quinquenal aprobado en marzo de 2016; una de cuyas derivadas es la iniciativa “Made in China 2025”, que guía la elevación del nivel de calidad y de complejidad de las producciones.

El presidente Xi Jinping ha resumido en cinco los conceptos que orientan el crecimiento: innovador (reforma económica e institucional y transformación social), coordinado (en la asignación de recursos a sectores de actividad), verde (preservación del medio ambiente), abierto (a la presencia no sólo comercial en el exterior, sino también inversora), y compartido (resultante de los cuatro anteriores y en beneficio de una mayor parte de la población). En otras palabras: asunción de reglas y comportamientos cada vez más homologables internacionalmente, mayor orientación hacia el mercado interior, limitación de los excesos de capacidad productiva, y producciones cada vez más basadas en I+D+i. Y sin olvidar que siguen siendo imprescindibles los mercados abiertos a los intercambios e inversiones internacionales.

Debate de la proyeccion internacionak y económica de ChinaSe sirven no sólo de la creciente producción tecnológica propia, sino también de la compra de tecnología, frecuentemente por la vía de comprar o fusionar a la empresa poseedora. Esta acción tiene un gran volumen y está centrado, sobre todo, en sectores industriales y tecnológicos. Las cifras son reveladoras: 191 miles de millones de dólares entre enero y septiembre de 2016 (compras y ofertas firmes). En el caso de Alemania, por ejemplo, las adquisiciones fueron a razón de una por semana hasta junio de 2016.

En el comercio internacional se están produciendo unas circunstancias cuya evolución es difícil de predecir. China se muestra el adalid de la libertad de comercio, mientras que el nuevo gobierno de EEUU parece preferir los acuerdos bilaterales a los de carácter regional. No ratificará el Acuerdo Transpacífico (TPP), una ambiciosa iniciativa de integración comercial que excluía a China y que fue interpretado como una forma de contener su influencia. La respuesta de China, antes del resultado de las elecciones norteamericanas fue prestar apoyo al desarrollo de ASEAN+3 (los países del sudeste de Asia +Japón, China y Corea) y acoger la cumbre del G20 celebrada en septiembre en Hangzhou (donde ratificó el acuerdo alcanzado en la COP21 de París). Días después de dichas elecciones tuvo una presencia muy destacada en la cumbre de APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) celebrada en Perú. Y a ello se añade que un presidente chino acude por primera vez al Foro de Davos, previa modificación de las fechas para hacerlas coincidir con la toma de posesión presidencial norteamericana.

De nuevo está cambiando el mundo: EEUU parece decidido a retraerse y la UE no es capaz de encontrar su gran proyecto, mientras que China va hacer un uso muy inteligente de su potencialidad económica y la traducirá en una influencia internacional mucho más potente que la que ha alcanzado hasta ahora. Aquellos que creen que China es sólo un fabricante barato, apoyado en menores salarios, superabundancia de mano de obra, y bajos costes de cumplimiento regulatorio (ambiental, social, etc.) tienen una imagen congelada que cada vez se corresponde menos con la realidad de ese país. Y, mucho menos, con los propósitos del gobierno y del partido político que lo sustenta.

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A continuación se expusieron por los asistentes diversos aspectos del problema, y las posibles consecuencias del especial modo de entender la empresa en el ámbito internacional, así como el peligro de incompatibilidades y rechazos, y por lo tanto de la creación de un clima de conflicto, sobre el que conviene meditar profundamente.

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