Asociación para el Diálogo 

La deshumanización de la medicina

20 marzo 2018. Hotel Melía Sevilla

Ponentes:

  • Antonio Galindo. Doctor en Cirugía. Hospital Virgen del Rocío. Socio de la APD
  • Antonio Ordóñez. Catedrático en Cirugía. US. Hospital Virgen del Rocío

Los ponentes son ambos cirujanos, responsables de  Cirugía en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, con una dilatada experiencia no solo en el terreno profesional de la cirugía hospitalaria, incluyendo la trasplantología, sino en investigación, docencia, publicaciones y misiones de ayuda humanitaria a países del tercer mundo, en los que han ejercido su especialidad en condiciones muy adversas.

Uno de los problemas más importante en la actualidad de la medicina es la deshumanización en la relación médico paciente, debido fundamentalmente al papel protagonista que ha alcanzado la tecnología. Los avances de la medicina han sido extraordinarios, hasta el punto de que ha logrado una esperanza de vida como nunca se había alcanzado. Conviene reflexionar sobre la forma de compatibilizar tales avances con la mirada acogedora, tranquilizadora de los profesionales de la medicina, en definitiva de su humanización, incluyendo el sistema de educación que permita tal logro.

¿Cómo se ha llegado a la deshumanización de la medicina? Hemos conseguido vivir mucho más, pero no somos felices en cuanto al trato que recibimos de los médicos. Antes, el médico hacía su diagnóstico y, normalmente, con su experiencia, su “ojo clínico “, sacaba sus enfermos adelante. Ahora, para un diagnóstico, a veces se necesitan de varios  especialistas y muchas veces hasta un comité coordinador que decide qué es lo que hay que hacer. Cada especialista opina sobre su parcela concreta para tomar entre todos una decisión que se transmite al paciente. Todo esto ha producido una serie de cambios en la metodología, de atención, de tratamiento, que ha provocado esta situación que llamamos deshumanización de la medicina.

Es preciso reencontrar a la medicina en lo que siempre ha sido y será, vinculándola al único testimonio que la certifica, su contenido humano. Podemos considerar el humanismo médico como al trabajo y servicio desarrollado con sumo respeto, servicio y altruismo a favor del ser humano que necesita ayuda en el campo de la salud. El médico no puede desconocer que antes que médico es ser humano y el enfermo también lo es. La deshumanización de la medicina se debe también a la pérdida de valores de la sociedad, en relación al respeto que significa el acto médico e incluso al propio  profesional.

Una historia clínica bien hecha con tiempo suficiente donde se busquen características personales y familiares es fundamental para el diagnóstico y tratamiento y de ello puede depender la confianza futura del paciente en su médico.

Ya Hipócrates introdujo en la medicina la relación personal con el paciente, a la vez que la medicina objetiva basada en la evidencia y desarrolla la historia clínica del paciente. Este concepto de la medicina sigue siendo de actualidad, después de 2.500 años. Los científicos, por razón de las observaciones hipocráticas de los fenómenos, descubrieron la investigación deductiva de repetir el fenómeno hasta ver cuál es la solución.

El diálogo es uno de los factores más importantes  en la relación médico paciente. Sin embargo,  en la actividad profesional se ha cambiado el uso de la historia clínica por el uso cada vez más frecuente de tecnología.

Todo ha sido tecnificado, terminando con el concepto de  hospital al de centros tecnológicos, donde su valor estriba en el uso de tecnología y procesos sobre líneas prevalentes, donde los médicos se relacionan fundamentalmente con el desarrollo de técnicas complejas pero con escaso valor humano .

Resumen todo este complejo en tres elementos:
1.    La Administración  y sus  políticas sanitarias.
2.    Los sanitarios,  donde tiene lugar  la relación médico paciente
3.    Los ciudadanos usuarios .

Los ciudadanos que buscan una medicina idealizada y que se encuentran con una administración que planifica en base a los resultados económicos , que luego resulta imposible ofertarla. Hay una excesiva burocratización, para lo cual lo importante es la gestión, los resultados por el  número de actos médicos. Así  los incentivos introducidos en la gestión hacen referencia a la productividad, número de actos realizados, no a la satisfacción del enfermo o cómo se siente por el trato dispensado. La mayoría de las decisiones de planificación y gestión que toma la administración no han sido  consultadas con los profesionales, sin tener  en cuenta los criterios de éstos. Es más, se crean puestos de responsabilidad basado más en criterios de ideología que en conocimientos y experiencia   con el pretexto de ser cargos de confianza, mientras los verdaderos médicos deben demostrar su competencia con exámenes y currículo.


Ante la amenaza de la administración y los ciudadanos, los médicos se esconden y hacen medicina defensiva, las decisiones se dejan a  resultados analíticos, se ha superespecializado la profesión médica.

Se ha desarrollado una enorme burocracia, basada en normativas, leyes, documentos que en vez de ayudar complican aun mas la atención personalizada a los pacientes.  

Donde más deshumanizada aparece la medicina es en el enfermo terminal, hay un verdadero encarnizamiento terapéutico, para  mantenerlo de forma prolongada en una situación clínica al menos discutible.

En definitiva, la solución parece que está en los tres elementos enumerados, de Administración, profesionales y ciudadanos, de forma que en la planificación se tenga en cuenta el criterio de los profesionales y que estos desarrollen una relación más estrecha y humana con los pacientes. Para ello es imprescindible que se incorpore desde el principio, desde la facultad de medicina, una asignatura que hable de la humanización, del trato con el paciente, y también la formación de los ciudadanos en cuanto sus derechos reales que deben exigir, y así formar humanistas tanto a médicos como ciudadanos, y todo irá mejor.

 

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