Asociación para el Diálogo 

Estado de la Justicia

Ponente: Antonio Moreno Andrade. Presidente de la Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Presidente de la Real Academia Sevillana de Jurisprudencia.

El juez D. Antonio Andrade, sostiene que sigue siendo juez aunque ya esté jubilado, y viene a plantear un tema que cree que interesa mucho a los españoles y a él le sigue importando sobremanera. Cuando él ejercía, la justicia era mucho más sencilla, tanto en la organización territorial, como por la simplicidad y sencillez de la organización judicial. Los jueces dependían de la Dirección General de Justicia, que contaba con pocas funcionarias, eran mujeres casi todas, y lo resolvían todo en muy poco tiempo. Echa mucho de menos aquel tiempo.

Con la democracia se produce una verdadera revolución, se crean los Tribunales Superiores de Justicia, donde Andalucía occidental queda injustamente marginada. Se llevó a Granada exclusivamente la presidencia y con ella el órgano de decisión. Él, después de 13 años en la sala de gobierno, ha visto que es prácticamente ingobernable. Pero las componendas políticas de aquel momento, al quedar los centros de poder político y militar en Sevilla, se hizo una concesión a Granada y le tocó a la que le toca siempre, a la Justicia. Él cree que ha sido maltratada en todo momento. Cuando Montesquieu escribió “De l’esprit des lois” no podía pensar que aquí habría poderes tan distintos. La democracia española le sigue decepcionando porque no hay verdadera división de poderes y por tanto no es democracia verdadera. Unos poderes se entremezclan y se alían contra el otro, que es el judicial. La Justicia siempre ha sido postergada y no sabe si se solucionará alguna vez.

Él lo ha dicho en la prensa, la justicia desde Franco hasta aquí no le ha interesado a nadie, ni a Franco ni a los que han venido después. ¿Por qué? No lo sabe. Sobre todo ahora, en que el plató de la justicia está integrada básicamente por políticos y cree que en sus aledaños hay más políticos que no políticos. A ellos les interesa que los órganos judiciales estén lejos, tanto en el orden contencioso advo, como en el penal. En todos los órdenes judiciales se observan déficits. Y el galimatías es tremendo: les paga el Mº de Justicia, y cuando le parece les rebaja el Ministro de Justicia; y la Junta de Andalucía les dota de elementos humanos y materiales. Poner de acuerdo al Mº de Justicia con la Junta de And. es prácticamente imposible. Ocurre con la Ciudad de la Justicia, por ejemplo. En el fondo, afirma y se ratifica, el problema es que les da igual, porque están en otras cosas. Desde el punto y hora que no se tiene un consenso nacional de que la justicia es un servicio público de primer orden, es muy difícil que funcione.

Y pasa los órdenes jurisdiccionales. En el orden penal por ejemplo, hay procedimientos que deberían ventilarse en 24 horas, pone el caso de una sentencia aparecida en la prensa hace unos días, en la que se condena al autor de un homicidio por imprudencia de una señora joven, casada, embarazada, en Los Remedios. Esta señora es atropellada y muere en el acto. Al conductor se le hace la prueba de alcoholemia, que da positivo en grado muy alto. El juicio se ha celebrado a los cuatro años. Bueno, si se tienen todos los elementos de un juicio, cuerpo del delito, las pruebas, los testigos, ¿por qué no mañana? Sin embargo se celebra a los cuatro años.

Otra de las circunstancias en las que él se ha opuesto siempre, claro cuando ha sido posible, han sido los acuerdos con el fiscal para rebajar la pena. El delito es una institución de orden público, que tiene tanta importancia que no se puede traficar con él. Le parece una barbaridad que se llegue a un acuerdo con el fiscal, un trueque, yo te rebajo la pena, tú te conformas, y acabamos antes. Le parece un disparate.

En cuanto a la civil, transita lentamente. La gente se queja de que la justicia no es rápida, y si no es rápida no es justa. No es cierto, hasta cierto punto; la justicia no puede ser tan rápida que suponga un déficit de estudio y de reflexión de los órganos jurisdiccionales, porque se juega en ello mucho. Le preocupa, en los órganos colegiados que se estudie bien el asunto el ponente. Si el ponente se equivoca se equivoca la sala. Y eso es una tragedia para cualquier persona. Debería haber mecanismos de extender el conocimiento de la causa no solo al ponente, sino a los demás miembros de la sala.

Y en cuanto a lo contencioso administrativo, a él le han dicho algunos letrados de la Junta de And., que él era el enemigo público número de uno de la Junta. Tenemos el deber de controlar y unas veces se le da la razón y otras no.

Él tiene un buen concepto de la profesión de los jueces españoles. Aunque, como en todas las profesiones hay de todo. Está viendo, sin embargo, en la sala de gobierno escritos de abogados y de jueces con faltas de ortografía. Eso es un problema estructural de nuestra sociedad. Cree que la sociedad española puede confiar como último instrumento de la paz, en los jueces. El concepto general que tiene de la carrera judicial es positivo. Se ha visto en el caso de Cataluña, la actitud de los jueces y fiscales en algo fundamental como era la unidad de España.

Al poder judicial se le acusa de politizado. Naturalmente todo lo que toca el político trata de hacerlo suyo, eso es indudable. Los jueces han procurado siempre que fueran los jueces quienes eligieran los órganos de gobierno, pero no en la forma que parece que se quiere consensuar; quiénes mejor que los magistrados de lo contencioso para elegir a su presidente y proponerlo, con independencia de que el Consejo lo vote o no. El Consejo se forma en virtud de las mayorías parlamentarias por señores nombrados por los partidos políticos. Ahí se producen cambalaches, eso es cierto, se intercambian cromos. ¿Eso cómo se corrige? Es muy difícil, si se deja a los jueces que elijan a los que los van a gobernar, ocurre que las asociaciones judiciales inmediatamente meten mano en el asunto. A él le parece un asunto de difícil resolución.

Habló de algo que odia con todas sus fuerzas, la figura intermitente de los jueces estrella. Por contra, el juez es un lobo solitario, que está deseando encontrarse en la soledad de su casa un sábado o un domingo, trabajando solo, tranquilo, serenamente, responsablemente en la mayoría de los casos, y claro las estridencias le descomponen. Por tanto, los jueces estrella no tienen cabida. Él cree que adoptar una postura inquisitorial en la carrera es un error, y a veces un error que produce unos daños tremendos a la institución y a la seguridad jurídica y a la confianza que los ciudadanos deben tener en sus jueces, sobre los que no se deben establecer diferencias.

Otro problema es el nomenclátor, la utilización de términos jurídicos. Más o menos alejados del ciudadano. Él ha tenido reuniones con algunas personas, con abogados y no se entera de nada. Los letrados tienen un papel muy importante porque están más cerca y deberían ayudar al juez a la comprensión de lo que ocurre. Hacer un esfuerzo para acercar el lenguaje y el jurídico a la comprensión de la gente.

Ocurre también con las nuevas tecnologías que tienen a algunos amargados entre ellos a él. Pero más aún a personas mayores que se enfrentan a un ordenador que no entienden ni conocen y les dificulta la vida por completo. Uno de los grandes defectos de los jueces y letrados, decía Saavedra Fajardo, si no fuera por los médicos, yo los tendría por los más dañinos pues si unos nos quitan la vida los otros nos quitan la hacienda. El corte y pega famoso ha hecho un daño tremendo a las alegaciones y al fundamento de la justicia. Otro de los grandes defectos es escribir mucho porque estamos convencidos de que escribiendo mucho convencemos, y lo que hacemos es hartar. Blas Pascal le escribía a un amigo y le decía perdone Vd. que le haya escrito esta cara tan larga, pero no he tenido tiempo de hacerla más corta. La síntesis requiere un esfuerzo tremendo. D. Manuel Clavero hacía demandas de tres folios, con una claridad tremenda y otros con ciento y pico de folios, no dicen apenas nada.

El debate fue de una gran altura, en consonancia con el nivel de los asistentes, entre los que se contaron muchos de la profesión. En relación con el papel de las administraciones públicas, y el uso abusivo de la jurisdicción contencioso administrativa, en 2016, el 80% de los recursos fueron presentados por las mismas y ante el Tribunal Supremo el 85%. A pesar de lo que trabajan los jueces, no hay voluntad política de dotar de medios a la Justicia. El juez Andrade añade que hay un movimiento sutil de los partidos políticos sobre todo los mayoritarios, de que “esto va bien si no corre” Pasa como con el aforamiento, el abuso de los aforados no se entiende. Los políticos condenados salen contentos, con penas cortas, si van a la cárcel, salen pronto y el dinero robado no es devuelto.

Las administraciones públicas han crecido tanto que las autonomías, los ayuntamientos y las diputaciones constituyen verdaderos miniestados, con una gran cantidad de personas trabajando, con más o menos capacidad, y temerosos de que el juez ponga el foco sobre ellos. La cantidad de periodistas en los juzgados es llamativa, por la cantidad de políticos que están siendo juzgados. Por todo ello, cree que a los políticos les va bien con una justicia lenta, sin medios. Es fácil reunirse y buscar soluciones, pero cuando lo hacen no invitan a ningún juez.

Hay intervinientes que creen que los estamentos públicos, en la dictadura muy controvertidos, como los cuerpos de seguridad, la policía, guardia civil, el ejército se han sabido granjear un prestigio que parecía inimaginable. Pero la judicatura no es tan estimada como aquellos y culpan a los jueces; el ponente no está del todo de acuerdo, porque sabe de los esfuerzos de los jueces, incluso alude a la huelga de la justicia, donde los jueces no pedían nada para ellos, sino medios para mejorar su gestión.

Sobre las asociaciones de jueces, opina que son inofensivas y no sirven más que para colocar a su gente en puestos mejores. Pero en la mayoría de los jueces, en sus sentencias no se nota ideología alguna.

Finalmente se plantean los temas de las declaraciones públicas de los jueces, con las que no está de acuerdo, ya que el juez solo habla a través de resoluciones. Las puertas giratorias, está de acuerdo en que los jueces no deberían entrar en política, ya que después tienen que volver y es difícil encontrar encaje. La formación de los jueces, por la importancia de su labor; tras seis años de dedicación a las oposiciones, han de ser preparados para enfrentarse a los problemas de la vida.

Finalmente, a la pregunta de qué haría para despolitizar la justicia, opina que suprimiría el Consejo General del Poder Judicial y las transferencias a las comunidades autónomas.  

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